La 4T y la revolución ecológica.

Por David Monreal Ávila

El campo siempre ha sido el sustento de las comunidades. A lo largo de muchos siglos el conocimiento ancestral de la tierra ha vinculado a los pobladores con su territorio, no sólo desde un punto de vista económico, sobre todo cultural y espiritualmente.

Con el inicio de la agroindustria hubo una enorme transición, que principalmente se caracterizó por la acumulación de grandes terrenos en muy pocas manos y la implementación de métodos agresivos con el medio ambiente y con la salud de los consumidores, además del monocultivo que erosiona hasta la actualidad grandes territorios con tal de satisfacer la demanda de algunos productos, como el aguacate en el caso de México.

En la actualidad, como lo dice la asociación de consumidores, el modelo agroindustrial genera sólo 40% de los alimentos que se consumen en el planeta, en tanto que los pequeños productores familiares y campesinos producen el otro 60%.

Sumado a esto la pobreza y marginación que se vive en las comunidades rurales en México, se vuelve indispensable que las políticas públicas reviren en ese sentido, como ha sucedido a partir del comienzo de la 4t, con la reorientación de recursos a pequeñas y pequeños productores agropecuarios.

Además, recientemente la Sader firmó un convenio con la FAO para hacer de México la tercera nación desde donde se proyecte la agroecología al resto del mundo. El Gobierno de México debe contemplar en su Plan Nacional de Desarrollo, el impulso de un modelo de producción agroecológico sustentable, que permita alcanzar los Objetivos de Desarrollo Sostenible, planteados en la agenda 2030 de la ONU.

Las acciones ya están en marcha. La Comisión Federal para la Protección contra Riesgos Sanitarios (Cofepris), informó recientemente la cancelación de 80 registros sanitarios elaborados a base de 7 ingredientes activos, entre los que se encuentran 19 productos de Bayer; en total 220 productos como plaguicidas y otros agroquímicos.

Como la ha dicho Víctor Manuel Toledo Manzursecretario de medio ambiente, la 4T debe atender al pensamiento crítico en las ciencias para dar paso a la agroecología como modelo para el combate a la pobreza, la desnutrición y el daño ecológico.

“La agroecología no sólo cuestiona los fundamentos científicos de la agricultura moderna y erige nuevos principios, sino que retoma, para recrearla, la agricultura tradicional o campesina, mediante una fórmula llamada “diálogo de saberes”, donde conocimientos científicos y sabidurías ancestrales se combinan en una suerte de cocreación intelectual para generar soluciones sobre el terreno”.

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